lunes, 21 de octubre de 2013

La última vuelta al campo del buen capitán


Hay fechas en la Historia de La U.D. Las Palmas que quedarán para siempre ancladas en la memoria de aquellos que las vivieron por la trascendencia de esos momentos.

El 25 de Mayo de 1975 fue una de ellas.

Ese día se jugaba en el Estadio Insular el último encuentro de liga de aquella temporada ante el Celta de Vigo.  Este enfrentamiento se había convertido en un partido vital para los intereses de ambos clubs. Los dos equipos se jugaban el mantener la máxima categoría. Había que ganar si o si.
Esto hizo que se convirtiera en el encuentro de la jornada para los medios de comunicación tanto a nivel local como nacional, generándose una gran expectación.

El Estadio Insular se convirtió como ya era común en aquellos tiempos en una olla a presión con uno de aquellos llenazos hasta “Las Arenas”, como siempre en los grandes momentos con una afición amarilla volcada con sus jugadores por todo lo que suponía aquel último encuentro.

Se ganó aquel partido 3-1 logrando así que el equipo mantuviera la categoría.

Fue de esos partidos especiales, con la esencia de una hinchada amarilla entregada, y con muchos momentos que te quedan en la retina para siempre. Uno de ellos, aquel tercer gol marcado por Quique Wolf  cuando quedaban ya pocos minutos para finalizar el encuentro, un tremendo gol para enmarcar y que hizo que el Insular se viniera abajo haciendo que del viejo campo se movieran todos sus cimientos, creándose también una gran “polvajera”  de arena en los que desde arriba, en la Loma de Ingeniero Salinas emocionados disfrutaban de aquel “orgásmico” momento.

Cuando sonó el pitido final el Estadio se convirtió en una fiesta. Imágenes como siempre en ese tipo de momentos llenos de emociones y alegría por la gesta conseguida… abrazos tanto en el césped como en la grada, vítores y aplausos, una fusión total del equipo con su afición que terminó con una vuelta de honor en aquel bendito Insular.

Entre tantos detalles en la que la alegría te invade siempre hay cosas que jamás te puedes imaginar.  
Una gran ovación acompañaba a la formación en aquella vuelta al campo, pero nadie en aquel momento podía pensar que sería la última vez que veríamos en aquel terreno de juego al buen capitán, a nuestro añorado Tonono.

Allí estaba él acompañando a sus compañeros en su última carrera ante su afición. Como si no quisiera ser más que ellos se había despojado de sus galones, quizás en un gesto de humildad. En su mano izquierda portaba su brazalete de capitán como queriendo ser uno más en aquel baño de multitudes, era casi como un presagio.
Minutos más tarde, después de aquella gran fiesta abandonaba el terreno de juego por el túnel de vestuarios con su brazalete en la mano para ya jamás volverlo a ver en el verde del Insular. Quince días más tarde Antonio se nos marchó para ser leyenda, para ser el eterno número cinco.

De esos años en los que uno empezaba a tener cierta consciencia de lo que significaba sentarse en las gradas de aquella Naciente,  siempre me quedaré con lo que los mayores que estaban a mi alrededor hablaban de él…  era como la melodía de Chabuca Granda “fina estampa”  caballero de fina estampa, un lucero…
 
Y es que oír hablar de aquel gran jugador hizo que desde temprana edad me fijara en cada uno de aquellos movimientos que efectuaba. Qué limpieza! vaya serenidad! qué elegancia! decían algunos. Era fácil tener la mirada fijada en aquella camiseta amarilla con el cinco en la espalda que de alguna manera nos guiaba en la retaguardia. 

Con Tonono muchos aprendimos que significaba ser el hombre libre en la zaga, aquel que cubría la espalda de sus compañeros, saliendo al cruce con una tremenda precisión y finura, comparable en aquel tiempo con el mejor central del mundo, "el Kaiser" Franz Beckenbauer al que todos acabábamos de ver por televisión hacía no mucho tiempo ganar un mundial.  

Hace unos días he tenido la oportunidad de contemplar unas imágenes entrañables que me transportaron a aquellos momentos estelares y que trajeron el recuerdo siempre nostálgico de ese jugador exacto… del reloj, el Omega… al inolvidable Antonio – Tonono.

Siempre su recuerdo.



Aspecto del Insular y las arenas en ese último partido de la temporada 74-75

Tonono, la fugaz estrella amarilla (vídeo)

jueves, 5 de septiembre de 2013

Repatriar a esa parte de la afición, ese si que sería el mejor fichaje.


No es agradable ver que tu propia casa, la casa de todos los amarillos, se convierte en un circo romano. No, no lo es cuando ves a tus gladiadores casi “moribundos”, como desde la grada les inclinamos el dedo pulgar hacia abajo para darles el último golpe de gracia mientras el combate continúa.
No fue grato el pasado Sábado frente al Eibar ver cuando eran sustituidos algunos jugadores amarillos, como salían entre silbidos y abucheos, y  divisar como un grupo de seguidores bien ataviados con camisetas y bufandas de nuestro equipo y en pie saltaban, alentaban y animaban al árbitro cuando le sacaba la tarjeta roja a nuestro capitán David García, despedido con insultos cuando se retiraba del terreno de juego... además contentos y felices porque el juez tomara esa determinación como si fuera un jugador del equipo contrario.

Pero esto no es nada nuevo, ya hace unos años que esta actitud no es difícil verla en nuestras gradas cuando las cosas no pintan bien.  Algunos le han cogido el gusto hasta llegar a enfrentarnos con nosotros mismos tirando piedras sobre el tejado de nuestra propia casa.
Y no es que tengamos que dejar nuestra opinión a un lado y dejar de expresar lo que pensamos, y en muchas ocasiones hasta nuestros enfados cuando las cosas no nos gustan. (Todo sería mejor en su debido momento, lugar y contexto)

Pero es que opinar y discutir, ya eso lo hacemos a diario.
Sí, a diario y desde hace tiempo no paramos de seguir líneas de información, ciertas o inciertas, las que van más acorde con nuestros criterios, y las que no también, para cada vez más seguir enfrentados entre nosotros mismos. Nos hemos dedicado a ser periodistas, entrenadores, secretarios técnicos, y directivos del club… a invadir los foros de opinión y las redes sociales, donde en muchas ocasiones perdemos las formas de muy malas maneras, y lo que es cada vez más preocupante, dejando de lado lo que realmente somos… LA AFICIÓN, la afición de La U.D. Las Palmas.

¿Cómo es posible que no sepamos ni siquiera en pleno siglo XXI aprovechar las nuevas tecnologías para poder crear una fuente de criterios positivos y constructivos entorno a nuestro equipo y en beneficio propio? ¿qué es lo que nos pasa? ¿preferimos anclarnos en el derrotismo y en la continua autodestrucción de una ilusión de manera virtual para luego transportarlo a nuestras gradas de manera rotunda?
No podemos seguir todos los días “hablando” y discutiendo de lo mismo… de las supuestas verdades o mentiras del club, de la prepotencia de  MAR, del Juanito vete ya, Tony Cruz, cantera si, fichajes no,  J.Manuel Rdguez…  lo que dijo Ruyman Almeida, lo que murmuró Rafa León o los precios de los abonos.
No, señores no… ese es el verdadero potaje (y no de berros precisamente) en el que nos solemos perder cada día más, y que sólo ellos pueden guisar en base a la unidad.

El amor por tu equipo va más allá que todo eso.

Parece increíble que hace algo más de dos meses, casi le prendemos fuego a Fondos de Segura y que recibiéramos al equipo en el aeropuerto una semana más tarde como héroes a pesar de no haber conseguido el ascenso, y que no hayamos sabido aprovechar la inercia de ese encantamiento para continuar cubriéndonos de nuestra propia esencia. ¿Cómo es posible que nada más empezar esta temporada no seamos capaces de darnos ni el más mínimo margen de error para volver a la impaciencia?...  al derrotismo y a la mediocridad de un sin sentir.

Sí señores, no nos escondamos en escusas y sepamos ser autocríticos también con nosotros mismos . Dejemos los tabúes a un lado y decir que estamos hartos, quemados y que esto no hay por donde cogerlo. ¿Qué es y qué ha sido siempre la afición de La U.D. Las Palmas?.

Nos llenamos la boca hablando de su grandeza y lo soberana que es, ¿pero realmente a día de hoy es así? Por que si es así, yo no la reconozco, y estoy seguro que no soy el único.
Es tan triste ver a tu equipo jugar mal y arrastrándose como perder tu mirada en la grada buscando un mínimo de aliento y de unidad en los malos momentos… ¿o es que esa responsabilidad sólo se la vamos a dejar como casi siempre a los Ultranaciente , a la peña Germán Dévora y unos pocos más?

A todos nos encanta ver jugar bien a nuestro equipo, verlo ganar… a eso nos apuntamos todos. Pero cuando nuestros hombres de amarillo en el césped no logran encajar las piezas y caen en el desfallecimiento… y se quedan ciegos mentalmente, hay muchos que prefieren no prestarles la luz. Esos once hombres llevan un escudo en el pecho, el mismo que llevas tú en la grada y por el cual suspiramos. ¿Qué nos pasa?¿dónde quedó nuestra pasión?¿sólo nos queda aliento para cuando todo marcha bien? Eso es fácil.

Dejémonos de hipocresía y pensemos bien, pero muy bien qué significa ser aficionado de la U.D. Las Palmas.
Unión, lealtad, fidelidad, sentimientos, historia, nobleza…  estas seis palabras definen la esencia pura del aficionado amarillo a la que podemos añadir algunas más… alegrías, penas, decepciones, júbilo, encanto, nostalgia, pasión etc. etc…  Si no te logras identificar con este pequeño decálogo, es que no estás hecho para ello. 

En estas últimas fechas hemos podido ver en diversos “sites”, listas de jugadores repatriados por el club (no hace tanto tiempo podíamos oír hablar: Si volviera más de un jugador de los que se han marchado… si tuviéramos de nuevo a fulanito o menganito armaríamos un verdadero equipazo). Ya parece que eso a algunos no les seduce, ahora les llaman, lisiados, viejos o acabados… y nos volvemos a convertir como cada día en  las victimas de nuestras propias incongruencias, en los derrotistas que no solo no dan la oportunidad a otros, sino que no se la dan a sí mismos… en creer, en confiar.

Y al hilo de todo esto, sólo decir, que me encantaría que ese listado de repatriados lo pudiéramos ampliar, sí ampliar,  que pudiéramos repatriar a esa parte de la afición… a esa que no le faltó nunca el más mínimo aliento para sus once hombres de amarillo más allá de las victorias.


Ese si que sería el mejor fichaje.